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Buenaventura ¡Qué ruido ¡

Por estos días en el País y en especial en nuestro distrito de Buenaventura, parlantes con música a todo volumen, motos con tubos de escape modificados y sobre todo en diciembre la pólvora en exceso, componen una gran banda sonora poco agradable para nuestros oídos. Lo anterior, se está convirtiendo en un problema de salud y orden público. ¿Qué tanto nos afecta el ruido?

Desde que despertamos, nuestra rutina diaria está marcada por sonidos constantes: el ruido del tráfico, las construcciones, los domiciliarios, los anuncios, el pan, el pescado… son sonidos de cada día. Hemos convertido el ruido en algo cotidiano. En las calles y avenidas, los pitos de carros, motos, celulares y alarmas, entre otros, se han vuelto parte del paisaje sonoro. El silencio parece haberse convertido en un lujo escaso los últimos tiempos. Incluso al buscar tranquilidad en el río o en la playa, es probable que nos encontremos con personas que tienen otro propósito. Parlantes y algarabía, ya considerados “normales”, interrumpen esa anhelada búsqueda de descanso.

Según la Red de Ciudades Cómo Vamos, Bogotá, Cartagena, Medellín y Cali están entre las ciudades con mayores niveles de insatisfacción por el ruido. En promedio, el 60% de los ciudadanos se declara insatisfecho

Normas como el Decreto 1076 de 2015, la Resolución 1077 del Ministerio de Ambiente y la nueva Ley del Ruido parecen ser un saludo a la bandera. Los datos de percepción ciudadana 2023-2024 reflejan que, en Buenaventura, 5 de cada 10 personas encuestadas expresaron insatisfacción con el nivel de ruido en la ciudad, 2 dijeron ser indiferentes, y solo 3 se mostraron satisfechas. En contraste, en la zona rural, 1 de cada 10 afirmo estar insatisfecha.

Un alto porcentaje de las llamadas al 123, tanto a nivel nacional como local, se debe al ruido. En algunos casos, estas quejas han escalado a violencia física por discusiones relacionadas con el ruido del vecindario. Sería relevante conocer las cifras de la Casa de Justicia respecto a riñas entre vecinos y determinar cuántas de estas tienen origen en problemas de ruido.

Más allá de la incomodidad, la contaminación acústica representa un riesgo para la salud pública. Según un estudio de las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud (OMS), el nivel deseable de ruido es de 50 decibeles. La exposición prolongada a niveles superiores, especialmente durante la noche, puede alterar el sueño, generar irritabilidad y causar ansiedad.

Con un transporte público menos ruidoso y más amigable con el medio ambiente, podríamos tener una ciudad más competitiva y un “vividero” agradable, como se dice popularmente.

Desde el programa Buenaventura Cómo Vamos, planteamos la pregunta: ¿Hemos normalizado el ruido? ¿Nos falta cultura ciudadana? Pareciera que creemos que podemos generarlo sin consecuencias. No se trata de justificarlo diciendo: “somos alegres y bullosos”. Esto representa una violación del espacio de los demás.

¿Qué decimos al respecto en casa, en la academia y en la institucionalidad pública y privada? Es urgente adoptar nuevas ciudadanías para superar este flagelo y garantizar el bienestar colectivo.

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